domingo, 13 de octubre de 2013

Ingenuo

No era guapo, ni un poco atractivo siquiera.
Sus ojos eran pequeñitos y tristones, su naríz demasiado grande.
Su aliento olía mal y su pelo no tenía gracia.
Le gustaba coquetear tanto como emborracharse.
No era alto, ni un poco fornido siquiera.
Sus labios eran gruesos y su mente, cuadrada.
La palabra se le daba facil, como muchas faldas.
Tenía la piel tostada y sabía bien.
Discutía mucho por nada y escuchaba poco.
Mentía con la misma frecuencia con la que encendía sus cigarros.
Le gustaba besar despacio y manejar rápido.
Le molestaba que lo hicieran esperar y él siempre llegaba tarde.
Tenía tantos nombres como deslices.
Su espalda no era ancha, tampoco su billetera.
Repetía tantas historias como besos recibía.
Decía que le gustaba la buena música y
Le gustaba presumir de buenos contactos.
Sus obsesiones eran tantas como mis ilusiones con él.
Se vestía como adolescente y se comportaba como viejo.
Nunca supe si logró ser viejo.
Tenía una canción para cada fotografía y un motivo para cada canción.
Era mentiroso, amargado y astuto. Incapaz de perder una discusión.
Tenía las piernas largas y los dedos gruesos.
Tenía el sol en los ojos y la luna en la espalda.
Tenía todas las respuestas y le gustaba escribir.
Y a pesar de todo, era muy ingenuo.
Pensaba que a mí, también me tenía.

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