Mientras
escucho un poco de Lou Reed y Metallica pongo mis límites a esta locura: descubriendo mi paz mental, conociendo dónde es el punto en el que doy mi brazo
a torcer en mi mente y decir ¡basta!
Muy bonito,
entretenido, risible y hasta musical esto de los amores platónicos. Da para
buenas historias de ficción, inspira personajes y material para varias
historias de sobre mesa. Dejando el chiste de lado, uno conoce sus
límites, saliendo de la zona de confort se aprende en base al ensayo y error la
necesidad de una sonrisa por acá, una por allá buscando conocer los detalles
detrás de la máscara del sujeto en cuestión.
Todo lo
nuevo y positivo bienvenido, pero las alertas suenan cuando lo desconocido pero
negativo sale a la luz, en mi caso particular los celos. En la entrada anterior
conté sobre una chava que le pareció guapa a mi sujeto en cuestión. Hoy
volvíamos a estar los tres en el mismo sitio y tuve mi primer ataque de celos.
Quería ser yo la que le provocara la admiración y lo más importante, ¡saberlo!
Esa emoción visceral que gritaba con fuerza en mi interior salió a bailar por
primera vez en mí.
Las alarmas
sonaron, como en la película cuando los buenos se han robado el uranio que
evitará la construcción de una bomba nuclear.
Dentro de mi mente una escena de Juegos de Guerra empezó: la razón
contra el nuevo y ruidoso sentimiento.
Un par de
horas después la guerra terminó y aprendí que el límite empieza donde dejo de
estar en paz, en donde mi mente abandona las ilusiones por deseos concretos que
no dependen de mí. Donde dejo de
imaginar lo que quisiera cambiándolos por escenarios negativos y peor,
convertirme en esclava de algo que nunca podré controlar. La loca de la casa es
la que hay que tener bajo cuidado y sea como sea, la loca de la casa no ganará
ni esta, ni otra lucha que implique ser esclava de mis miedos.
Si,
probablemente no termine con él. Lo más seguro, pero ese miedo a que no pase lo
que quiero no será el dueño de mi paz. Los celos son la antesala al infierno.
Mis miedos son mi infierno en la tierra. No, yo no seré esclava de ellos. La
línea la dibujo acá, donde la ilusión bromas y risas se transforma en miedos. Esa
línea la cruce por varias horas, ya no, ya regrese a mi libertad.